CONCIENCIA GLOBAL

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¿Trabajar para vivir?

En un mundo que avanza hacia modelos laborales más humanos y sostenibles, resulta sorprendente que en México sigamos considerando la jornada laboral de 48 horas semanales como una norma incuestionable. Mientras otros países adoptan semanas de trabajo más cortas con resultados positivos en productividad y bienestar, nosotros permanecemos en un esquema heredado del siglo pasado.

La propuesta de reducir la jornada laboral a 40 horas semanales no es un capricho progresista, sino una necesidad respaldada por evidencia empírica y experiencias internacionales. México es uno de los países donde más se trabaja en todo el mundo, pero no por ello uno de los más productivos. Según datos de la OCDE, el 27% de los empleados mexicanos trabaja 50 horas o más a la semana, el porcentaje más alto entre los países miembros.

En contraste, países como Noruega y Finlandia tienen jornadas laborales efectivas de 37,2 horas semanales, y Francia ha establecido legalmente una jornada de 35 horas. Estas naciones han demostrado que es posible mantener o incluso aumentar la productividad con menos horas de trabajo.

Además, el equilibrio entre la vida laboral y personal es esencial para el bienestar general. En países como Francia, Alemania y Noruega, los trabajadores dedican más de 15 horas al día al cuidado personal y al ocio, superando el promedio de la OCDE. Esto contrasta con la realidad mexicana, donde las largas jornadas laborales limitan el tiempo para actividades personales y familiares.

Incluso líderes empresariales reconocen la necesidad de cambiar. Bill Gates ha expresado que, en el futuro, las personas podrían trabajar solo dos o tres días a la semana sin pérdida de salario, gracias a los avances tecnológicos (Automatización e Inteligencia Artificial). Esta visión contrasta con posturas como la de Carlos Slim, quien ha defendido jornadas laborales de 48 horas semanales.

Reducir la jornada laboral a 40 horas no es solo una cuestión de derechos laborales; es una medida de salud pública, de fortalecimiento del tejido familiar y de impulso a la productividad. Trabajadores más descansados y con más tiempo para la vida personal son más creativos, leales y comprometidos.

Además, esta transformación puede tener efectos positivos en la economía local. Con más tiempo libre, las personas consumen más actividades culturales, de entretenimiento, deporte y turismo, lo que estimula sectores que generan empleo y valor social. Imaginen el impacto positivo que tendría esta medida en comunidades como las de Tamaulipas, donde el turismo local, el arte y las iniciativas de bienestar están empezando a cobrar fuerza.

México ya está teniendo esta conversación en el Congreso, y aunque el cambio genera resistencia en algunos sectores empresariales, vale la pena recordar que ningún gran avance social ha llegado sin valentía. La semana laboral de 40 horas es una deuda con las familias mexicanas, con los jóvenes que buscan equilibrio en su vida y con las nuevas generaciones que no conciben el trabajo como sinónimo de sufrimiento.

Es hora de que México se alinee con una visión más saludable y productiva del trabajo. No se trata de trabajar menos, sino de trabajar mejor. Y eso, al final del día, es también un acto de justicia social.

Rola del día: Working Class Hero de John Lennon https://www.youtube.com/watch?v=iMewtlmkV6c

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