CONCIENCIA GLOBAL

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Solsticios, Sinapsis y Santuarios

Algo se enciende cuando llega el 21 de junio.
No solo cambia la estación: cambia la energía.

Ese día, el sol alcanza su punto más alto en el cielo: es el solsticio de verano, fenómeno causado por la inclinación axial de 23.5° de la Tierra respecto a su órbita solar, lo que produce el día más largo del año en el hemisferio norte.
Coincide, además, con el Día Internacional del Yoga, práctica milenaria que hoy también es respaldada por la neurociencia como método para reducir el cortisol, estimular la neuroplasticidad (creación de nuevas neuronas) y fortalecer el sistema nervioso parasimpático.

Y unos días después, el 24, se celebra el nacimiento de San Juan Bautista, uno de los tres únicos nacimientos mencionados en la Biblia.

Tres fechas. Tres símbolos. Un solo mensaje:
es tiempo de despertar.

Las civilizaciones antiguas ya lo sabían.
Para los mayas, el movimiento solar era calendario y oráculo.
Para los celtas, el solsticio era Litha: una celebración de la fertilidad, el fuego y el renacimiento.
Los mexicas construyeron templos alineados con los equinoccios y solsticios.
Sin satélites, sabían que el cielo marca el ritmo del alma.

Hoy, en cambio, dominamos los algoritmos pero ignoramos los astros.
Sabemos cuándo es el Prime Day… pero no cuándo el sol gira su curso.
Vivimos desconectados del firmamento.
Ciegos al cielo.

En ese contexto, el yoga emerge como brújula.
No como moda de gimnasio, sino como tecnología interna del cuerpo humano.

Estudios de la Universidad de Harvard y el Instituto HeartMath han demostrado que la práctica constante de yoga y meditación activa regiones del cerebro asociadas a la empatía, la memoria y la autorregulación emocional.
La respiración controlada, el movimiento consciente y la postura corporal no son simples ejercicios: son ingeniería neurobiológica ancestral.

Por eso la ONU eligió el 21 de junio.
Es una fecha donde la luz toca su máximo esplendor.
El momento perfecto para volver al cuerpo, al centro, al momento presente.
El yoga, en este contexto, no es rito ni dogma.
Es ciencia del ser.

Y luego viene San Juan, el profeta del desierto.
El que vestía pieles, hablaba de fuego y anunciaba transformación.

El único santo —junto con Jesús y María— cuyo nacimiento marca una fecha solar.
Juan nace el 24 de junio, apenas después del solsticio de verano.
Astronómicamente, en ese momento, la luz solar comienza a decrecer gradualmente.
Simbólicamente, su vida es una metáfora del paso de la luz exterior a la luz interior.

“Es necesario que yo disminuya, para que Él crezca.”

Una frase que encierra el principio fundamental del ciclo cósmico:
todo lo que sube, debe ceder el paso.

Y aquí la revelación:

Los tres nacimientos mencionados en la Biblia coinciden con puntos astronómicos clave del año solar.

Juan Bautista nace el 24 de junio, justo después del solsticio de verano. La luz comienza a disminuir.
Jesús nace el 25 de diciembre, poco después del solsticio de invierno, cuando la noche alcanza su punto máximo y la luz comienza a renacer.
María nace el 8 de septiembre, próxima al equinoccio de otoño, cuando la duración del día y la noche se equilibran.

Tres figuras. Tres momentos celestes.
La Biblia, bien leída, también es un calendario astronómico.

Y no solo las escrituras lo sabían.

Desde hace siglos, estas fechas han sido reapropiadas por movimientos espirituales, científicos, indígenas y contraculturales.
Astrónomos como Carl Sagan hablaban del “asombro cósmico”, mientras los pueblos originarios hablaban del “tiempo del sol”.
La ciencia y la espiritualidad no están en conflicto.
Solo son lenguajes distintos para nombrar lo sagrado.

Durante los años 60, el yoga y la meditación florecieron en California como resistencia al materialismo, la guerra y la alienación.
Hoy, en tiempos de conflictos bélicos, crisis climática, soledad epidémica y fatiga digital, ese espíritu resurge:
no como moda, sino como necesidad evolutiva.

Hoy más que nunca, necesitamos volver a nacer.
No en un establo, sino en la conciencia.
No con incienso, sino con intención.
No esperando un milagro… sino reconectando con la maquinaria perfecta que somos.

En tiempos donde la oscuridad avanza, quizá lo urgente no sea más poder… sino más claridad.

Soles, lunas, respiraciones. Ese es el verdadero tiempo.

Rola del día: Sun King de The Beatles https://www.youtube.com/watch?v=6bNMxWGHlTI

 

 

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