El refrán popular dice que “después de la tormenta viene la calma”, pero en nuestras ciudades, la realidad va más allá: también vienen los zancudos, los baches y los daños que evidencian la fragilidad de nuestra infraestructura urbana ante fenómenos naturales.
La reciente respuesta del gobierno municipal, encabezado por la alcaldesa Patty Chío, es un paso en la dirección correcta. Iniciar el programa de bacheo con prontitud, en vialidades principales como Obregón y Cuauhtémoc, no solo atiende el malestar ciudadano, sino que refleja capacidad de reacción y sensibilidad ante las necesidades cotidianas. De igual forma, las brigadas de fumigación que ya recorren los sectores vulnerables son clave para prevenir brotes de dengue, una amenaza que no se puede subestimar.
Este tipo de acciones coordinadas entre municipio y autoridades de salud deben reconocerse, pero también vigilarse y exigirse de forma permanente. La reconstrucción post-lluvias no se limita al asfalto; también implica recuperar la confianza ciudadana y reforzar la cultura de la prevención.
La tormenta pasó. Ahora, más que calma, lo que urge es acción. Porque la vida sigue, sí, pero debe seguir con responsabilidad, compromiso y visión a largo plazo.