JR y Claudio de Leija, olían a PAN… por poco y se los tragan
David Ed Castellanos @dect1608
El sur de #Tamaulipas fue testigo de otro de esos episodios vergonzosos que solo la política barata de la zona metropolitana de #Tampico puede ofrecer
Mientras la presidenta de #México, @ClaudiaSheinbaum Pardo, recorría el Hospital Civil de #CdMadero para supervisar obras, el diputado local@Claudiodeleija1
dejó claro, una vez más, que su inmadurez y su afán de protagonismo son más grandes que su capacidad de trabajo legislativo en el @CongresoTams
En uno de los filtros de seguridad del evento, el legislador, viejo conocido de la política maderense y de las derrotas electorales, explotó con prepotencia al no ser reconocido por los elementos encargados de la seguridad De Leija acompañado de @JRGomezLeal
reaccionó como suele hacerlo: con gritos, reclamos y exigiendo trato preferencial, recalcando que es diputado local, como si ese título fuera un pase automático para violar protocolos.
Su berrinche fue tan ridículo como innecesario. La logística de la Presidencia entendió que se trataba de un simple malentendido y, sin hacerle mayor caso, lo dejaron pasar, más por tolerancia que por respeto. Pero el daño ya estaba hecho. La escena quedó grabada en la memoria colectiva, como una postal más de la politiquería torpe que tanto daño hace a esta tierra.
Claudio de Leija, conocido por su pobre productividad en el Congreso local y por su oportunismo, volvió a mostrar que su verdadera vocación no está en legislar, sino en buscar reflectores, aunque sea con rabietas públicas. Su conducta en este evento confirma lo que muchos en Tamaulipas ya saben: el diputado de las excusas y las poses es incapaz de representar con dignidad a los ciudadanos.
Este episodio no es menor. Refleja el tipo de políticos que siguen ocupando espacios en el poder, aquellos que creen que un cargo público les otorga licencia para el privilegio y la arrogancia. Claudio de Leija no solo se exhibió como un político sin temple, también como un hombre atrapado en sus complejos de inferioridad, incapaz de entender que el servicio público es, precisamente, para servir, no para exigir privilegios.
Hoy, la política del sur de Tamaulipas suma otra anécdota vergonzosa. Una que, sin duda, quedará en la historia como la rabieta de un diputado que jamás aprendió la diferencia entre autoridad y prepotencia. Mientras tanto, los ciudadanos siguen esperando que, por una vez, sus representantes trabajen en lugar de hacer el ridículo.
