Hace un año, la historia política de El Mante vivió un parteaguas. La ciudadanía, con una participación contundente, le dio el triunfo electoral a Patty Chío, convirtiéndola en la primera mujer presidenta municipal, y no solo eso: la más votada en la historia del municipio. Un resultado inobjetable que superó por amplio margen a sus homólogos y que marcó el inicio de una nueva etapa para la vida pública local.
Impulsada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Patty Chío logró lo que durante mucho tiempo parecía improbable. Después de dos intentos previos, su persistencia fue premiada por el electorado. Su victoria no fue fruto de la casualidad, sino del trabajo constante, del contacto cercano con la gente y de la firme convicción de transformar la realidad de un municipio con enormes desafíos y un potencial aún mayor.
Han pasado ocho meses desde que asumió el cargo, y aunque el camino apenas comienza, ya hay señales claras del rumbo que ha elegido. Obras, acciones sociales y un estilo de gobierno cercano al pueblo se presentan como los primeros indicios de que la transformación prometida está en marcha.
Pero también es cierto que el respaldo popular no es eterno ni automático. El voto de confianza de la ciudadanía es también una lupa constante sobre el desempeño de sus gobernantes. La reciente elección judicial lo dejó claro: es el pueblo quien tiene la última palabra, y sabe premiar o castigar según los resultados.
Patty Chío lo sabe. Su llegada al poder tiene un peso histórico y simbólico que no puede ser desaprovechado. Está en sus manos —y en su equipo de trabajo— hacer que ese respaldo se traduzca en una gestión que deje huella. La oportunidad está ahí, y los mantenses siguen atentos.
El primer paso ya se dio. Ahora, la verdadera prueba será convertir el voto masivo en confianza sostenida, y eso solo se logra con resultados.