Por ALICIA CABALLERO GALINDO
Ocaso y esperanza
Ojos que se vuelven piedra
sin lágrimas, sin luz
manos que perdieron el calor
acariciando el vacío
la nada la soledad
Corazón que se hunde en el hastío
esperanzas
que se cansaron de esperar.
Suspiros que se diluyen en el viento
y se pierden
Mariposas con alas desgarradas
que en su incierta trayectoria
perdieron su color
sin encontrar dónde posarse
porque las flores, son de papel.
Nobles colosos del bosque
uno a uno, mueren de pie,
sin lágrimas, sin quejas
son su cortejo, las aves
que buscan dónde anidar.
Selvas y valles en agonía
ríos que arrastran dolorosamente
semillas de muerte que van al mar.
¡Ese es nuestro mundo!
Humanidad sin humanismo
muchedumbre que se cruza
sin que sus miradas se rocen
perdiéndose en el infinito
en la indiferencia y el miedo.
Luces que se encienden
y desaparecen en la bruma sin brillar.
Gargantas secas
que se cansaron de gritar
oídos que escuchan sin entender
¡Hombres que se creen dioses!
Dioses que olvidaron a los hombres
¿y la esperanza?
¡se niega a morir!
Tu regreso
Mi playa está desierta
apenas diviso
el surco de espuma
de tu barca al partir.
pero en la arena, quedó
tu huella imborrable, serena.
La memoria de tus besos
lamiendo dulcemente
como la espuma mis recuerdos.
Y mi piel desnuda
tendida bajo el sol,
esperando el retorno de tu barca
que al llegar
hundirá su quilla suavemente
con la memoria del retorno
buscará con ternura
el espacio que dejó vacío
y reposará en su lecho
abrazado con infinito amor
por la ávida arena
que trémula espera.
Vida y muerte
Muerte y vida
extremos que se tocan, círculo sin fin
fisura invisible
que une, que separa que hace llorar.
Vacío de ausencia
sentido del siempre y del nunca
valor del hoy
¿el mañana?, ¡tal vez no exista!
¡hoy estoy viva!
hoy puedo soñar, ¡amar!
El sol me acaricia
la vida fluye como río
que corre hacia la mar
irremisiblemente
¡sin detenerse!
Un día se fundirá en ese todo
y su caudal se perderá en la nada de la
inmensidad
¡hoy estoy viva!
aunque en las sombras de un mañana
¿lejano? ¿cercano? ¡no se! . . .
se esconda la muerte
por eso
¡quiero amar con toda el alma!
y beberme cada gota de rocío
quiero sentir tu cuerpo junto al el mío
y abrevar en la fuente de tus labios
quiero mis ojos siempre abiertos
abiertos a la vida y los sueños
quiero paladear cada segundo
como el manjar más suculento
porque mañana
mañana?… ¡no se!
El hoy
El hoy mató al ayer con la aurora
irrumpió impasible, inexorable
empuñando la daga del tiempo
que cegó su vida.
Quedó el acero
escurriendo de minutos de horas inútiles
de recuerdos perdidos
de silencios que duelen
de esperanzas que esperan
salpicó las nubes que reposaban
en las cumbres de recuerdos
de deseos cumplidos
oportunidades perdidas.
La luz de ese hoy agónico se fue apagando
en las horas que cabalgan al ayer
para perderse en las tinieblas
de ese hoy que agoniza.
Breve es el hoy, pero en mi hoy
estoy vivo, estoy aquí
viéndolo morir una y otra vez
y viéndolo nacer con el levante.
Y yo, sigo en mi “hoy”
Y espero…
Sin saber qué, pero espero
El río
El río quiere ser río
porque no sabe ser otra cosa
aunque su lecho polvoso
sólo guarde en su memoria
al bravo caudal
que redondeó sus piedras
y al cristalino roce
de sus aguas tranquilas.
El río
seguirá siendo río
a pesar de la impertinente maleza
que robándole su hálito acuoso
pretende borrar su huella.
El río
será río y cauce
burlando la soberbia humana
que como a fiera de circo
lo quiera vestir de otra cosa.
El río tolera silencioso
la profanación absurda del hombre
sabe que cuando el cielo lo llama
su esencia surgirá impetuosa
y estallará con furia contenida
por largo tiempo en su entraña.
Se adueñará de su cause
abrirá paso en la tierra
y su cuerpo impetuoso
después de su explosión bravía
acariciará con sus dedos cristalinos
la vida que bulle en sus bordes.
El río canta a la vida
ruge como fiera herida
siendo caricia o azote
estruendo que ensordece
como mil corceles en tropel
o mano de seda avariciosa
que se desliza
sobre el cuerpo desnudo
de su amante
o gigante dormido que espera.
El río, fiel a su naturaleza
impredecible y eterno
bravío o nostálgico…
pregona con su voz de cristal
que siempre seguirá siendo río
porque no sabe ser otra cosa.