Bajo el cielo todavía nublado y caminos cubiertos de lodo, una jornada extenuante se convirtió en una muestra palpable de solidaridad. El equipo de la Fundación Pantaleon, encabezado por la maestra Patricia Altamirano Castillo, gerente de Fundación Pantaleon México, recorrió los municipios de El Mante, Gómez Farías, Xicoténcatl y González para entregar despensas y colchonetas a familias que lo perdieron casi todo tras las intensas lluvias provocadas por la tormenta Barry.
Los estragos son evidentes: viviendas inundadas, caminos intransitables, puentes dañados. El desbordamiento de ríos como el Sabinas, Frío, Guayalejo y Mante transformó la vida cotidiana en incertidumbre. Pero lo que también se hizo visible en cada comunidad fue la fortaleza de su gente. Cañeros, ganaderos, madres de familia, adultos mayores… todos comparten algo en común: la voluntad de volver a empezar.
Lejos de la resignación, en estos pobladores predomina una esperanza arraigada al campo. Celebran que la lluvia, aunque devastadora, también trae consigo fertilidad. “Ahora sí habrá pasto para el ganado”, dice uno. “Las huertas reverdecen, las cosechas están aseguradas”, comenta otro. La lluvia, como ellos mismos dicen, a veces se implora, y aunque esta vez llegó con fuerza, también es una bendición.
Entre tantas historias, hay una que conmovió especialmente al equipo de Fundación Pantaleon. Don Ángel Sierra, vecino del ejido Sabinas, en Gómez Farías, logró ponerse a salvo cuando el río comenzó a subir. Pero su perro quedó en casa. A la mañana siguiente, aún con el agua alta, decidió regresar por él. “Es parte de mi familia”, dijo. Ese pequeño acto de valor, de amor, refleja el alma de quienes viven aquí: la empatía en tiempos difíciles.
La entrega de colchonetas —muchas familias perdieron sus colchones con las inundaciones— y de despensas básicas, representa mucho más que ayuda material. Es un recordatorio de que no están solos, y de que cuando las instituciones y las empresas socialmente responsables como Fundación Pantaleon actúan, la esperanza también se reparte.
Hoy, en medio del lodo, florecen gestos de humanidad. Y como dice el propio lema no escrito de quienes ayudan sin cámaras ni reflectores: “cada acción cuenta”. Fundación Pantaleon ya puso su granito de azúcar. Ojalá muchos más sigan su ejemplo.