Agencia EcoNoticias
El rostro de la presidenta Municipal Patty Chío y de sus cercanos colaboradores reflejaba los signos del cansancio que implica una noche de vigía, esperando la hora para tomar la decisión de evacuar a las familias afectadas por el desbordamiento del rio Guayalejo, en el poblado Limón. Una desvelada anterior, fue cuando recibió su constancia de mayoría, pero la de ahora, es diferente, como si la aurora no tuviera prisa por despuntar. Lo que más agota en esos momentos, debe ser, la tensión, el saber, que en tus manos está la vida de gente inocente que duerme, sin saber que el peligro de quedar bajo el agua las asecha.
En la madrugada, iniciaron el traslado de las familias a los albergues seguros. A las 12:00 horas Patty regresó al poblado El Limón, esta vez para ver, en el camino que conduce a las playitas de El Limón, la cresta del río Guayalejo, que cada hora crece, con su oleaje impetuoso, destruyendo todo a su paso. El delegado municipal de esa comunidad, Fernando Verastegui, la recibió.
Con la alcaldesa venían Erick Ayala, director de Protección Civil, Juan José Aquino Acuña, subdirector regional de Protección Civil, el Tesorero Municipal Rigoberto Rodríguez Rangel, el regidor Gerardo Montes Vega, comisionado en Protección y otros miembros del Cabildo que han estado en pie desde el día anterior, cuando se declaró la emergencia. Presentes, elementos del Ejercito Mexicano, Guardia Nacional, Guardia Estatal, Fiscalía General, entre otros
Atenta, Patty Chio los informes complementarios para tomar decisiones. Luego caminó hacia el sur, desde el canal que cruza ese poblado hasta el arroyo conocido como “La Raya” que al desbordarse ocasionó la inundación de ocho viviendas, construidas bajo el nivel de la carretera. Sus moradores, todavía con las ropas mojadas, hacen guardia, no quieren pasar la noche en un refugio, por temor a que los amantes de lo ajeno se lleven las pocas pertenencias que les quedan.
Los que si quieren, porque el agua les impide entrar a sus casas, han aceptado la invitación de la presidencia Municipal y durmieron en el albergue del DIF ubicado en el bulevar “Enrique Cárdenas”, frente a la escuela Juan B. Tijerina, otros lo hicieron en las aulas de ese plantel, también habilitado como refugio. Ahí les dan alimentos, bebidas y cobijo, mientras la situación vuelve a la normalidad.
El temor de los habitantes de las partes bajas del poblado y de las familias de la colonia José Ch. Ramírez, es que el arroyo “La Raya” se desborde más cuando la creciente del río Comandante, que aún se produce. Todavía no saben como les afectará el trazo de la autopista Mante-Ocampo-Tula, para bien o para mal.
Desde el puente del rio Guayalejo se puede ver el tamaño del rio Guayalejo, que a la distancia donde sale el sol, parece que cubre el puente del ferrocarril. Ruge impetuoso, como si tuviera prisa por llegar al rio Panuco y finalmente al mar, luego regresar como tormenta tropical, en una armonía infinita.
A su paso, deja desolación, viviendas destruidas, sueños rotos e ilusiones perdidas. Pero así es el río Guayalejo que hoy, nos toca contar otra historia, de las muchas que vendrán, en este devenir del tiempo.