POR: LOIDA E. FERNÁNDEZ G.
Escrita entre el 11 y 12 de octubre de 1995 a la muerte-memoria de Álex Rolando Segura García
No, no lloraré por vos
ni rasgaré mis vestiduras
no he de sentarme ante tu muerte
cual Job en las cenizas.
Sino antes bien
me vestiré con mis mejores galas
y llenaré de estambres
de colores mi cabello
como lo hacen las indias de tu tierra,
las de la tierra de Guatemala.
Tierra de resistencia indígena
tierra de todos tierra de nada
«tierra que al viento aromas regala
con las primeras lluvias de la mañana
como fragancia de mujer morena
(Y tus pulmones de ella llenabas)
olores de laurel
de cabellera negra
néctar de cuerpo limpio
mujer lozana, virgen bañada en leche» *
esa tu tierra de Guatemala.
Voy a vestir, con mis mejores galas,
me adornaré toda con plumas
con plumas rojas de guacamayas
y calzaré los caites
como los indios
con los que bailan
sones sureños de las marimbas
que a diario acunan en serenatas
canciones viejas
entre maderas que ya no existen
y cantos nuevos, los que aún luchan
y todavía aguardan
-cual tú lo hiciste-
un cielo nuevo
y tierra nueva
en el aquí y ahora
para los indios de Guatemala.
Con las primeras gotas sobre tu rostro
hace treinta años «tu caminabas
hasta mojarte y diluirte en agua;
pero ibas solo
tus manos frías solo tus dedos acariciaban
y lágrimas…
tal vez agua
rodaban por tus mejillas
hasta perderse
y hacerse nada.
Lloraba un niño,
otro en las puertas de casa grande
se refugiaba
cuerpos enfermos
como fantasmas
por cualquier calle
tú encontrabas.
«Como dejar de ser humano
te preguntabas,
cómo dejar de amar,
y de llorar, y de luchar, de denunciar» *
¡Gritabas!
Al asomarte por la ventana,
al través del tiempo
las de tu habitación
quedan cerradas
pero en las vigas de la casona
-maderas finas de Guatemala-
que con tu suave recia mano un día labraras
viven tus sueños, tus ilusiones
y los quetzales,
cantan los loros,
tus guacamayas
y las orquídeas florecen solas
en todas ellas renace tu alma
como renace el valor del indio
con sangre hoy de millones abonada.
Se enciendan para ti todas las luces
te abrase una tormenta
con fuegos pirotécnicos
te de la bienvenida, el cielo te abra,
las citaras, las arpas, las marimbas
todo instrumento
afine notas y la garganta
campanas del cielo y de tu pueblo
se echen al vuelo
no dejen de tañer sino hasta el alba
para cantar por vos
no la canción doliente
sino de amor y gratitud
por lo que fuiste y nos entregaste
sin esperar de nadie nada.
Y así gritar una y mil veces, las necesarias:
caminaste la segunda milla
en el arado tu mano puesta
sin volver nunca atrás la mirada
por ser Su siervo, por amor
y seguir siempre presto
del maestro la llamada.
Aunque te cubran hoy otras tierras,
tu corazón, lo saben todos
es también de otros
que te obligaron a abandonar ha muchos años
por otros suelos
la bien amada
llevando a cuestas como tu herencia
una gran nostalgia
sin lograr nunca arrancarte
aunque quisieron
lo que llevabas dentro del alma.
No,
no lloraré cual Job
en sus cenizas,
antes bien, vestiré galas,
toda de blanco, toda de rojo
toda cubierta de guacamayas
y con los últimos rayos de sol
y las primeras lluvias
de la mañana
cantaré para vos
todos los días
una canción, o un salmo,
una milonga, un tango con su nostalgia.
Desde la urdimbre de las marimbas
un valsecito, un son,
una chilena, un bolero
como oración broten del alma,
desde la entraña misma del fuego
de los volcanes
de las montañas
desde tu patria
vientos del sur
y las hamacas
que te mecieron entre sus brazos
en Guatemala;
canto por vos
todos los días
una canción, un salmo
por todas ellas acompañada.
*Estas líneas están basados en un texto escrito por Rolando en 1970.