lunes, enero 13, 2025

UN HUMILDE PESEBRE: Tu corazón

MARÍA CONSUELO GONZÁLEZ DEL CASTILLO
Escritora

Qué difícil es darle una razón poética al evento universal más importante del año. La humanidad entera, católicos o no, este 24 de diciembre viviremos nuevamente la Navidad.

Pero, ¿Qué es la Navidad?, ¿Cuál es su verdadero sentido? Siempre he creído que vale mucho la pena preguntarnos lo anterior mientras esperamos esta maravillosa celebración, porque, sin darnos cuenta, vamos permitiendo que la parafernalia comercial nos atrape, alejándonos de lo que verdaderamente vale la pena festejar.

Hace unos meses, mi hija Paulina, puso en mis manos un pequeño libro: “El Belén que puso Dios”, de Enrique Monasterio. Es una lectura que nos hace refrescar nuestros conceptos espirituales, no solamente de las festividades decembrinas, sino también de las de cualquier día del año.

En lo personal, esta hermosa narración me hizo vislumbrar al Creador colocando cada pieza del Belén. “¡Qué maravilla!”, pensé. Luego, en mi mente, fui imaginando esa Gran Mano disponiendo de toda su creación en el Nacimiento de su Hijo para finalmente recostarlo en el humilde pesebre.

Llegaron a mi mente las figuras de la Virgen María y el Señor San José dejando a un lado su cansancio tras buscar posada, pues el Niño Jesús a partir de ese día necesitaría de su custodia y cuidados. Qué decir del Ángel y la estrella cumpliendo con su majestuoso papel; los pastores y los reyes magos quienes fueron a adorarlo. ¡Ah!, olvidaba nombrar al buey provocando calor y al burrito que llevó en su lomo a la Virgen María y a Dios mismo antes de nacer.

Qué bueno es que, como cuando éramos niños, nos ilusionemos buscando vivir la Navidad con sentido espiritual, dejando a un lado la envidia, el rencor, la injusticia, lo vano, lo superfluo… en fin, todo lo que nos pueda limitar para abrir nuestro corazón y poder ver a los ojos a cualquier ser humano que tengamos delante.

El verdadero sentido de la Navidad es estar reunidos en familia, celebrar en armonía, decirnos cuánto nos amamos, agradecerle a Dios por existir… Comentar lo valioso que fue quien dejó una silla vacía… ¡En fin!

A veces nos separamos momentáneamente, quizá porque las circunstancias de la vida así se dan, pero finalmente, cuando sentimos el amor que está dentro de nosotros, tejemos un renacimiento hacia las bondades intrínsecas que nos fueron dadas desde que fuimos creados, para luego, entregarnos a los demás compartiendo lo que verdaderamente somos.

Dice Enrique Monasterio que en la Navidad, todos tenemos un papel muy preciso… Al pensar en esta aseveración, empezamos a inquietarnos, pero, sin duda alguna, nuestra voluntad nos llevará a asistir con el corazón abierto a ese humilde y gozoso festín familiar.

 

¡Feliz Navidad!

 

 

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