POR ARABELA GARCIA
Morena y el PRI: Un Renacer de Vicios en la Política Tamaulipeca
Los Muertos de Ayer Regresan: La Oportunismo Político en Tamaulipas
Cada año, el Día de Muertos nos recuerda que, aunque los cuerpos se hayan ido, los recuerdos, las enseñanzas y, sobre todo, las influencias persisten en nuestro tejido social. En Tamaulipas, esta dualidad se manifiesta con especial claridad en el panorama político, donde los muertos no solo regresan en forma de memorias, sino que parecen reencarnar en nuevas realidades partidistas.
Desde la hegemonía del PRI, que gobernó durante décadas, hasta la efímera gestión del PAN y el resurgimiento de Morena, hemos sido testigos de una metamorfosis constante. Morena, en su primer mandato estatal, ha encontrado un campo fértil para su crecimiento en las raíces del viejo sistema político. Al igual que las ofrendas en nuestras casas, los personajes del PRI han vuelto, no en forma de recuerdos, sino como actores activos de un nuevo guion.
Los morenistas a menudo se justifican alegando que, al inicio, eran un grupo pequeño. En su búsqueda por el poder, no dudaron en aglutinar a figuras que una vez fueron emblemas del PRI, como si de un culto a la supervivencia se tratara. Ejemplo de ello es el fenómeno que rodea a Mario López, el actual alcalde de Matamoros, quien, cuenta la leyenda, se despertó un día sin saber que había ganado la elección. Su éxito fue el resultado del imparable arrastre de Andrés Manuel López Obrador, un fenómeno político que sacudió el país y, claro, a Tamaulipas.
Sin embargo, el arribo de Morena no ha estado exento de contradicciones. Aquellos que antes criticaban los pactos oscuros y las traiciones del PRI ahora navegan por aguas similares, incorporando a ex panistas y priistas a sus filas. Las exdiputadas Mireya González y Sandra García, por ejemplo, son símbolos de esta metamorfosis: ex aliadas del blanquiazul que ahora se deslizan cómodamente en el seno morenista. ¿Es este el renacer de ideales o simplemente una estrategia de sobrevivencia política?
Esta reconfiguración de alianzas plantea preguntas inquietantes. ¿Hasta qué punto los muertos de antaño han moldeado a la nueva administración? El hecho de que figuras del PRI y del PAN sigan operando detrás de bambalinas sugiere que, lejos de haberse erradicado, las prácticas y los vicios del pasado continúan vigentes. Los muertos que nunca se fueron son quienes se alimentan de la ubre del poder, aprovechando la estructura estatal y municipal para perpetuar sus intereses.
En este juego de sombras y luces, es esencial recordar que la política es un ciclo. Los muertos regresan, no solo como fantasmas, sino como actores en un escenario renovado. La esperanza reside en que, al igual que en el Día de Muertos, podamos reflexionar sobre las lecciones del pasado. La dignidad política y los valores democráticos no deben ser sacrificados en el altar de la sobrevivencia. En un país donde los muertos son parte de la vida, la invitación es a revivir el compromiso genuino con el bien común, más allá de las alianzas oportunistas.
Al final, la historia no se repite; se acumula. Y en Tamaulipas, como en muchas partes de México, los muertos que nunca se fueron nos recuerdan que el verdadero cambio solo será posible si logramos exorcizar el lastre del pasado y construir un futuro donde la política esté al servicio de la ciudadanía y no de intereses individuales.
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