¡EL LIMON TAMAULIPAS!!

(120 años de su fundación)

Por Pepe Izaguirre 

“Mi alma se estremece cuando recuerdo mi niñez y juventud, no vivo ahí, pero hay fantasmas que me llaman y hoy quiero contar que nunca te he podido olvidad. Si, a mi pueblo bendito”: EL PERRO LIMONERO

Nací en el Limón y viví ahí hasta los 33 años, cuando tuve que trasladarme a Tampico para hacerme cargo de la Sub-Gerencia de la Embotelladora de Tampico (Coca-Cola).

Regresé, desde entonces, a mi pueblo, casi cada semana. Íbamos a ver a mis padres que al término de sus vidas quedaron para siempre en la tierra de este bendito pueblo. Pero también regresé porque con mis amigos jugaba Fut-Bol, que digo jugaba, disfrutaba no solo del deporte, sino también de alegría de ver, de platicar con mis amigos de la infancia, con mis compadres, con mis vecinos pues.

Muchas veces fui invitado por amigos tampiqueños a quedarme los fines semana para jugar GOLF en el “Campestre”. Nunca acepté. ¿Por qué no te quedas?, preguntaban, prefiero, decía, irme al Limón, allá, las mentadas de madre y los reclamos de mis amigos de siempre hacen que me mantenga con los pies en la tierra. Y era y es cierto, para equiperos propios y rivales no valía la jerarquía empresarial. Aquí no eres gerente pendejo. Esta y muchas otras expresiones fueron para mí, pan de cada día. Pan de cada partido. 

Mi pueblo cumple en este 2024, ciento diez años de fundación. En mi pueblo se iniciaron los cultivos de la caña, que ahora son la actividad fundamental de la región del Mante. Hubo en este pedazo de tierra mexicano, haciendas fundadas por emigrantes chinos. De tal suerte que nos encontramos entre sus ciudadanos apellidos como Chuck, Woo, Wong, Chiu, etc., y gente, como yo con rasgos totalmente orientales, aunque sus apellidos, como el mío sean españoles.

El Puente del Ferrocarril, símbolo del Limón, fue construido por allá por el año 1920. Mi abuelo (carpintero) participó en la construcción de la infraestructura que le sirve de base. Para su tiempo y aún hoy es una obra de dimensiones colosales. Su majestuosidad nunca deja de admirarme. No me canso de verlo.

Poco le he dado a mi pueblo y él y su gente, como todo buen padre, me han dado todo.

Un abrazo para mis amigos en FACE, ECO Y 12 HORAS