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sábado, septiembre 14, 2024

DOS CAMINOS

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Hay tantas cosas que quisiera contarles hoy, pero ni el tiempo ni la energía son suficientes… No es que no pueda moverme, no es que no tenga fuerzas, sino que desde hace algunos años estoy aprendiendo a administrar estas fuerzas para que no se me agoten antes de acabar las tareas de cada día. Sobre todo porque cada vez este periodo dura menos, como el de una batería gastada… Supongo, esto es crecer.

Todo este año ha sido como un tobogán para mi mente. No me explico cómo se puede seguir avanzando en esta cuerda que parece ir hacia un futuro. El futuro que es como una montaña altísima, poblada de flores e inciensos… ¿Ven?, ni siquiera puedo continuar este post. El tiempo, eso que llaman la carga mental, se duerme conmigo, no me deja salirme (caerme) de él. Pero si lo hiciera ¿A dónde iría?

Mientras tanto veo los libros salir de mis manos, como si me florecieran; los veo formando ordenadas torres a mi alrededor, habitar pequeñas cajas; ir y venir por mi puerta aleteando con sus páginas suaves.

                                                                                                                           MARISOL VERA GUERRA

 

*

Y de pronto, sin saber en qué momento sucedió, estás allí, de rodillas ante la vida, sintiéndote  derrotado, débil, consumido por el temor. Cierras los ojos deseando que al abrirlos el torbellino que arrasa tu mente desaparezca como por arte de magia,  pero no es así, la crudeza de la realidad te abraza, te asfixia, se hunde en tu piel como si fueran alfileres y no sabes que hacer. 

Te refugias en el ayer, en esos momentos en los que la vida parecía un lienzo en el cual sólo tenían cabida pinceladas de colores, viajas a esos fragmentos de tiempo que tienes tatuados en tu memoria, sonríes al recordar tu antiguo barrio; ese lugar con  casas tan iguales, árboles de almendro por doquier y calles recién hechas con grava suelta que se incrusta en las rodillas al caer mientras juegas fútbol con tus amigos, y cuando pareciera que mientras navegas las aguas cristalinas del pasado todo se convierte en felicidad, te das cuenta que aún en ese mundo perfecto, ante ti han aparecido encrucijadas, con  caminos tan diferentes  a seguir. 

Recuerdas el día en el que decidiste dejar atrás la esquina del barrio, ese lugar que sirvió de refugio y escuela en dónde aprendiste a vivir con la dureza y libertinaje de las calles. 

De pronto tienes la sensación de caer por un abismo, te cuesta respirar, tienes ganas de gritar y eso te hace abandonar tus recuerdos. Tratas de dar ritmo a tu respiración, aprietas la quijada hasta hacer rechinar los dientes, frunces el ceño mientras repites en tu interior una y otra vez que eres fuerte, duro y frío como el acero, aunque muy en el fondo sabes que no es así. 

Te pones de pie, levantas la mirada y ensanchas tu pecho buscando irradiar fortaleza, será que  te has dado cuenta que todas las veces en las que has estado de rodillas ante un  abismo. ¿No es  otra cosa más que el inicio de un camino nuevo? 

Bienvenidos sean.

                                                                                                                  ARTURO GUERRERO CAMERO

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