POR ADÁN ECHEVERRÍA
Mérida, Yucatán, (1975). Profesor investigador de la Universidad Tecnológica de Matamoros. Doctor en Ciencias del Mar. Segundo Lugar en el Premio Nacional de Cuento Gabriel Borunda 2021. Premio Estatal de Literatura Infantil Elvia Rodríguez Cirerol (2011), Becario del FONCA, Jóvenes Creadores, en Novela (2005-2006). Sus libros más recientes: en poesía Ciudad abierta (2019), en cuento Tutlefem/Lerotic (ITCA 2020), en novela El corredor de las ninfas (2017). En literatura infantil ha publicado Las sombras de Fabián (2014).
LA FELICIDAD
Hoy amanecí sin dinero y mi hijo sonreía. Ayer
al caer la noche hablé por el móvil con mis pequeños
que viven al otro lado del país
y mi perra me daba lengüetazos en las mejillas;
no me dejaba explicarles la angustia
de estar lejos.
No podía sino reír y escuchar que
Esteban había terminado la tarea
y que Alex logró meter dos goles
hacía unas horas
y ya se preparaban para dormir
tan lejos de mis brazos.
Por la tarde leí unos cuentos malos de Bolaño
y de nuevo “Historia del Ojo” de Bataille.
Di unas horas de taller literario
comí unos tamales
dormí abrazado a mi mujer
con mi bebo a nuestro lado
y la perra
siempre encima de nosotros.
Hoy desperté con la certeza
de la felicidad
paseando por la casa.
ETERNIDAD
Cuando un escritor parte de este mundo
la oscuridad se reacomoda
las palabras se sienten huérfanas de luz
y aletean en los libros
su tristeza
su abandono.
Déjalas salir
déjalas volar hacia tus ojos
que se inyecten en tus pensamientos
admítelas como parte de tu historia
son palabras huérfanas
que la humanidad lectora debe recibir.
Esa es la forma en que todo escritor que parte
renace y
reencarna en nosotros y
se hace eterno.
DÉJAME YA SILENCIO
apártate
para que se abran los ramajes
las nubes las enredaderas todas
ella apareció y pude ver sus alas
la perdí en el ruido y la desesperación
en esos soles que se elevan globos
sobre la ciudad
la tranquilidad me sofoca
necesito rodar sobre los montes
espinar los pensamientos los muslos
este costillar al que ahora le haces tanta falta
a qué la luz que filtra en el estancado oleaje
este lodazal de la esperanza en que me he perdido
para qué si tus huellas en el horizonte
brillos de la luz la amplia cegadura
que el ruido y la tormenta acallen su nombre
mis párpados no volverán a cerrarse
y para no mirarla dejaré de dormir
HAY DÍAS CIRCULARES
días como rayas que se extienden hacia el infinito
días elipses días curvos
cuadrados días en las que nos sentimos calvos
días triangulares donde todo es risa que risa
hay días que son todo un trapezoide
días prismas
días rectos que llegan rápido a donde deben de llegar
días que son esféricos a punto de reventar
pero mis peores días
los que más me agradan
son esos días cónicos
en los que puedo fluir hacia abajo
donde no hay salida.
LOS NO POEMAS
por supuesto que no hay romanticismo
ni gatos ni peces ni pájaros que vuelen libres
en este poema tal vez encuentres sangre
lo que queda claro
en este poema que no es de amor
es el motivo del tarro
la falsa pantimedia
el idioma entrecortado por la distancia
los otros edificios y las noches frías para caminarlas
este poema es de humanidad
y a la humanidad le han bajado los vestidos
CUATRO DE LA TARDE Y ESTOY PENSÁNDOTE DE NUEVO
si tus clavículas pudieran darse cuenta
si estas palabras al menos pudieran hacerte notar
lo mucho muy presente que estás ahora en mi vida
no sé qué tienen las aves en estos días del otoño
quizá es que el solsticio las invade de melancolía
pero las oigo piar fuera de mi cuerpo
fuera del frío laboratorio que ocupa la memoria
estarás sembrada ahora sobre las telas
midiéndote las faldas
queridas faldas negras
‘Yo también he sido dark’ volverás a decir
y bajo el sol que nos calcina en el asfalto
puedo mirar tu bicicleta rodar
y esas pantorrillas tuyas
que no me pueden ignorar más
TÚ JUNTO A MÍ BIEN JUNTO
Te necesito fuerte y bien. Te necesito conmigo.
Los días son de terciopelo o de espinas tú decide
son de cajeta o de ajenjo
de cristal o lodo
de espirita o de cuervos
de luz o de ratas
de pelícanos o de palomas sangrientas
de perros rabiosos o de mermelada
de ambrosía o de aguijones
de calamares o de calaveras.
tú decide.
YA ES TARDE PARA MÍ
Cuando dije Te amo
tenía las manos aferradas al volante de mis días de odio
¿qué esperanza?
Cuando te dije ¡Vivamos juntos!
un poco de migajón quedaba en la alacena
¿para qué los gritos?
Cuando dije que la solución estaba en la enfermedad
no esperaste que terminara de rasurarme las piernas
y aún no tenía toda la lentejuela ardiéndome en la lengua
¿lo habías notado?
Nada de lo dicho quedará en medio de la cama
Si cerraba los ojos a tus besos
era para no pensarte
Para imaginar que no eras tú
si no el beso en la espalda de mi propia demencia
Eso eras
La demencia equinoccial que cada instante
iba anocheciéndome la piel
Me he vuelto anciano
y aun sigues llorándole a los lobos
por las noches sumidas del olvido
¿Acaso el olvido es tu nueva religión?
En el nombre de tantas cruces a tu alrededor
ábrete las piernas
o las lunas
La sangría de tus dentelladas
fluyendo en el costado
¿No te has ido?
BLOQUEO DE ESCRITOR
Esta hoja blanca me sacó la lengua
esta hoja blanca no se deja rayar
esta hoja blanca se sacudió las letras
esta hoja blanca
hoy se siente victoriosa
LA MUERTE
Ríete de la muerte de toda muerte
de cada muerte
ríete con fuerza con los pulmones
y las vísceras
que la risa retumbe por las paredes
que sacuda la memoria
hasta hacer polvo las tristezas.
MONSTRUO
Soy el monstruo de toda alcantarilla
El monstruo de la calle
de la esquina y el semáforo.
El que duerme en las banquetas
tapado por cartones.
Ése del que alejas a tus hijos
a tus chamaquitas.
Mi color de piel es negra
como todo monstruo
mi aspecto es indio
como todo monstruo
Soy el monstruo al que apuntas
con el dedo
y te tapas los oídos para no verme
ni olerme pero sí escupirme.
Soy el monstruo del que cuidas tus riquezas
Por ser monstruo robo
delinco
acoso
espanto.
Soy el monstruo sumido en el lodazal
de la pobreza.
Te espanto hasta la agonía.
Te aterro hasta la lágrima.
Mi sitio es la prisión
la sierra el escondite
cualquier sitio que no afecte tu vida
ni afee tu ciudad.
NO ES EL MIEDO A LA VEJEZ
No es el miedo a la vejez
sino al olvido.
No es el miedo al desamor
sino a la risa que causa toda insípida tragedia.
No es el miedo al abandono ni a la soledad
sino a ya no mirar ese origen tan calmo de la mujer
dentro del abrazo.
A veces ella marcaba a mi teléfono
a veces corría por los árboles de la memoria
y se derramaba en el humo de todo cigarro
en noches solitarias como esta.
Ya no queda más que la altura de mi nombre
y aquellos juguetes rotos
que nos resistimos a lanzar a la basura.
No es el miedo a la vejez
sino a que el recuerdo te abandone.
Te voy a escribir poemas hasta que me quieras.
Te voy a escribir poemas hasta que te quiera.
Te escribiré hasta que seas poema.
Te poemaré en cada escritura.
Te voy a escribir poemas hasta odiarte.
Te voy a escribir poemas hasta que me odies.
Te escribiré hasta volverme poema.
Te haré parte de cada una de mis letras.
REALIDAD DEL HOMBRE MADURO
Qué vacíos son esos Te Amo
suenan a los maderos apolillados
que se lanzan a la hoguera
a la chimenea
calientan los cuerpos
y terminan ceniza y humo
pican la nariz al respirarlos
lesionan los ojos
y miramos sin poder enfocar
Necias peticiones de Te Quieros
igual a mariposas detenidas en el suelo
por el frío apenas respirando
quitecitas muriendo con delicadeza
ante la bestia húmeda del atardecer
en que ya no podrán volar de nuevo
Olvídalo
no te involucres más allá de la carne
la caricia es la única alternativa
para mantenernos vivos
nada como lo sensorial
al diablo el imaginar futuros inciertos
ajenos a esta realidad
DEJARLO CLARO
Si me pidieras volver
apagaría la luz.
En los rincones del cuarto
bajo la cama
buscaría alguna grieta
para esconder mis recuerdos.
Aquellos en que tantas veces aullé
y expuse las laceraciones de la piel.
Si me pidieras volver
te cerraría la puerta.
Y me sentaría frente al escritorio
a repasar la tabla del 13.
13 nombres escritos al revés
en el polvo de esta habitación
de toda habitación en la que tanto he disfrutado ya sin ti.
Si me pidieras que recapacite
que te dé otra oportunidad porque la mereces
me rasparía los párpados
hasta dejarlos transparentes
para que nada pueda impedirme
ver el camino claro que he tomado por mi cuenta
lejos de lo que alguna vez fuiste en esta histeria.
Si me pidieras volver
te escucharía en silencio.
Y es el silencio
quien te lo dejaría claro.