POR: Consuelo González del Castillo / Escritora.
Los primeros días del año nuevo se prestan para reflexionar, a veces lo hacemos con profundidad y largamente, otras en forma espontánea y ligera, pero de interés para todos como lo que ahora les cuento:
“Hoy fue una chica a nuestra clase a darnos una plática”, dijo Juan Pablo mi nieto de once años, al tiempo que se sentaba a comer. De inmediato le puse atención y pregunté, “¿y de qué les habló?”, “De cómo conseguir la felicidad”, contestó.
Su madre, que estaba cerca, intrigada lo animó a platicarnos qué le habían dicho sobre ese estado de ánimo del que hay tantos conceptos, como gente existe.
“A mí me parece que nos dijo algo muy bonito porque nos explicó que para ser verdaderamente felices solo hay que amar”. En ese instante, adultos y niños guardamos silencio y seis pares de ojos volteamos a verlo con interés.
“Nos dijo que muchos creemos que tener cosas nos hace felices, pero no es así porque necesitaríamos estar compre y compre todo el tiempo y además, si no las consigues te da depresión y tristeza. También nos explicó que los encargados de publicitar nos hacen creer en eso y nos dio el ejemplo del refresco que cuando lo anuncian dicen: ‘destapa tu felicidad’.
Fue un instante familiar de mucho valor. A los adultos nos hizo recordar lo delicado que es caer en el consumismo y el cuidado que debemos tener para disfrutar y valorar lo que tenemos. A los niños les hizo sentido el escuchar de otro menor lo que en muchas ocasiones les han dicho personas mayores.
“¿Y la chica que les fue a dar la plática les dijo cómo es que ella se dio cuenta de eso?” Pregunté queriendo indagar un poco más.
“Sí, abuela, nos contó que leyó un libro de un doctor que estuvo encerrado en un campo de concentración y que después de eso, poco a poco fue entendiendo todo lo que nos explicó.
“¿Y tú qué piensas de eso?”, lo volví a cuestionar. Sin pensarlo dijo contundente: “Que tiene mucha razón al decir que la felicidad se consigue con el amor porque las cosas se acaban y el amor es para siempre”. “¿Y sí sabes por qué es así, Juan Pablo?” Preguntó su madre…”No, no lo sé”. “Por algo muy sencillo, pero grandioso: La felicidad se consigue amando porque venimos de ahí…del amor.
Con esta reflexión les hago llegar un afectuoso saludo de año nuevo con mis mejores deseos para que encontremos la felicidad amando, con esperanza en que cada nuevo día sea mejor que el anterior.