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jueves, marzo 28, 2024

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¡¡MANDARINAS!!

(Si la vida te da limones, haz limonada)

Hace unos días mi nuera KARELI nos regaló una bolsa de hermosas y apetitosas mandarinas. Eran muchas y mi esposa pensó que no alcanzaríamos a consumirlas todas, de tal suerte que un día preparó una rica jarra de agua de mandarina. 

Quitó cuidadosamente la cáscara de las mandarinas, exprimió meticulosamente el jugo de la fruta procurando que en el recipiente no cayera ni piel ni semillas, mezclo el jugo con agua y azúcar al gusto y lo puso a enfriar. Uf, me pareció un trabajo bastante cuidadoso. A Lupita le gusta hacer todo así, a conciencia, con paciencia y por supuesto con mucha calidad. Uf.

A la hora de la comida Lupita, Maxi (la asistente ejecutiva) y yo disfrutamos de sendos vasos de agua fresca. ¡¡De….li….cio….sa!!

Al día siguiente recibo la instrucción (de ya saben quién) de preparar, adivinan, una jarra de agua de mandarina. Me canso ganso, contesté e inmediatamente y muy a mi estilo inicié la encomienda. Debo decir que en tareas de cocina soy bastante inútil. Bueno, no solo en las de cocina, pero en fin he aquí el proceso y su culminación.

Quité la cáscara de la fruta. Como es fácil de quitar, cual prenda femenina, lo hice muy rápido. Cinco mandarinas desnudas fueron a parar a la licuadora. Decidí por alta velocidad y en treinta segundos quedó listo un mazacote de no muy buen color. Lo vacié en la jarra del agua y le agregué su correspondiente dotación de azúcar. Lo probé y me quedó un brebaje tan pero tan amargo que estoy seguro que ni el DOKI (el perro de Junior) lo hubiese consumido.

No dije nada e introduje la jarra en el refrigerador. Listo, le dije a mi esposa y me fui a escribir en mi computadora una de tantas publicaciones que he compartido con ustedes.

A la hora de la comida sirve mi esposa el agua que yo había preparado, da el primer sorbo y corre despavorida al lavabo para arrojar el susodicho e infernal líquido. ¡¡Pa su madre!! ¿Pues qué hiciste hombre de Dios? Exclamó Lupita sorprendida. Agua de mandarina contesté. ¿Ya la probaste? Me increpó Lupita. Seguro, contesté. Me quedó buena, agregué. Acercó su vaso y me dijo; tómate la mía. Tomé el vaso y de un solo trago me bebí todo el contenido sin hacer gestos. Empezamos a reír a pulmón abierto. Tiré el agua. Las semillas le dieron un sabor súper amargo.

Consejo: Si te dan mandarinas y tu esposa te pone a hacer agua fresca. Vete al OXXO y compra Coca-Colas. No le busques mucho.

Un abrazo para todos mis amigos de FACE

 

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