Es ilógico que el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, siga en su puesto.
Hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que de manera ILEGAL, sin evidencias, mantuvo un año en la cárcel a su sobrina, acusándola de haber matado a su hermano por «no haberlo cuidado bien».
A pesar de que dos agentes del Ministerio Público habían determinado que NO había delito que perseguir, Gertz presionó para que corrieran a estos y que una jueza ordenara la detención de su sobrina y cuñada.
Y no solo usó el poder del Estado en este conflicto personal, sino también su influencia política. Le pidió «de favor» al Consejero Jurídico de la Presidencia (en ese entonces, Julio Scherer) interceder con el Poder Judicial para que este negara el amparo a su sobrina y la madre de esta.
Es irreal que ninguno de los tres poderes de este país, El Presidente, los legisladores o los jueces, estén exigiendo su salida.
Hay dos formas de remover al Fiscal, el presidente puede hacerlo si el Senado no se opone, o a través de un juicio político en la Cámara de Diputados.
¿Quieren demostrar que son distintos a los de antes? No mantengan a Gertz como fiscal.
