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viernes, julio 26, 2024

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¡¡PADRE ERNESTO TOVAR TREJO!!

(Del Padre y mi papá)

Por Pepe Izaguirre

       “Cuando dejas huella en un pueblo y en sus familias, puedes decir que has cumplido con tu misión vocacional”: PAPA FRANCISCO

       Pediré una disculpa adelantada al Padre Ernesto porque contaré esta historia aplicando el lenguaje “florido” de los limonenses. No tendría chiste contarlo decentemente. Ayer cumplió 34 años en su tarea al cuidado de sus semejantes.

      Jovencito llegó el Padre Ernesto a la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de mi pueblo. Y ¿Qué creen?, se encontró conque mi papá Florencio (El Loco) era el delegado Municipal del pueblo. Creo que fue una bendición para nuestro guía espiritual, pues le facilitó la tarea, no de guía, sino de apoyador para subsanar algunas necesidades de los pobres, que los hay por todas partes, pues mi papá (no exageraré) era muy apoyador. Hicieron una gran pareja. 

       Entre las actividades que los distinguieron fue la de formar un grupo que ellos le llamaron el de “Los cien”, que por cierto no eran cien, pero así le llamaron ellos. Una de las obligaciones que les asignaron a los integrantes del grupo fue la de aportar $ 10.00 cada que alguien fallecía en el pueblo. Lo donado servía para comprar el ataúd y el resto lo entregaban a la familia para que sirviera para café y galletas. Así lo hicieron durante muchos años, hasta la muerte de mi papá.

       Cierto día, llevaron cargando a la demarcación de policía del pueblo a un indigente (alcohólico) del pueblo al cual apodaban “El Lorito”. Lo acostaron en una manta colocada en el piso y llamaron al Dr. David Rodríguez de la Coca-Cola para que lo revisara. El Padre y mi papá con sus ahorros había adquirido un stock de ataúdes que guardaban en la Iglesia y ordenaron que trajeran uno para El Lorito. El ataúd fue colocado a un lado del enfermo, el cual estaba inconsciente. Cuando llegó David y lo hizo reaccionar, el Lorito vio el ataúd a uno de sus costados y preguntó: ¿Para quién es esa caja, Flores? (Así le decían también a mi papá) ¡Es para usted cabrón, se va a morir! No Flores, quítenla, contestó El Lorito. ¡No señor, ya le habíamos dicho que se quitara del vicio y usted nunca entendió, así es que se va a morir! Volvió a decir mi papá. El Padre Ernesto y David que estaban presentes, no hallaban que hacer y solo acertaron a salir del recinto. Al poco rato El Lorito falleció. Ni modo quedó entre los eventos que mi papá y el Padre Ernesto vivieron juntos. 

       Es muy probable que el Padre Ernesto, jovencito, habiendo conocido a mi papá y junto con él, por los valores inculcados por su familia y por supuesto el amor a Dios, se haya iniciado el tema del apoyo a nuestros semejantes, que hace y desempeña con todo su amor.

      Un abrazo con todo cariño para el Padre Ernesto de Lupita Saucedo C y toda mi familia.

       Y un abrazo de mis amigos en FACE, ECO Y 12 HORAS.

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